La nueva edición del programa Impulso Cazadores inaugura su ciclo 2024 con la exhibición Dibujos. Listas, números, naipes y otros papeles de Mimi Laquidara.
Esta puesta en escena agrupa una situación en donde se encuentran listas de compras, entradas de cine, turnos, naipes, entre otros papeles. Algunos son personales, otros encontrados. Estas piezas comparten la materialidad: son todas de papel y están dibujadas. Pero en el proceso que transitan hay un cambio de escala: se amplían, se inflan, volviéndose exagerados y evidentes a la vista. Esta es una invitación a volver a ver lo ya visto.
Hoja de sala
La superficie en la que Mimi Laquidara recolecta sus pequeños modelos es tan extensa como el suelo terrestre mismo; tanto aristas como pozos, o espacios de apoyo o de olvido, se transforman en oportunos recovecos semejantes a estantes de joyería que expusieran en sus crestas esos intrigantes papelitos yacientes, a la manera de sugestivas ofrendas.
Es en ese pródigo lugar de recolección sin límites a priori donde Mimi, con su paso itinerante y su ojo refinado, va angostando los bordes del territorio prefiriendo para su pesquisa una zona u otra, un sendero o un horario del día.
Luego, en la intimidad del taller se inicia un íntimo pas de deux en el que el objet trouvé (objeto encontrado) cargado de referencias específicas -horarios, nomenclaturas, nombres de productos y gramajes, que se podrían leer como un breve diario del transeúnte que lo arrojó- es retratado por la artista con enorme precisión.
En las piezas que se emplazan aquí -dibujos en papel de distintos formatos que emulan las identidades de los tickets originarios-, Mimi Laquidara ha ido unos pasos más allá, mutando sus tamaños originales hacia versiones magnificadas de esos mundos pequeños y buscando capturar en ellas los gestos que unas posibles manos les hubieran dejado marcados, antes de soltarlas en la vía pública para siempre.
Mariana Obersztern
Cuando queremos algo, enseguidita nos percatamos de que no somos lxs únicxs que lo queremos. Otros seres desearon lo mismo el mismo día, a la misma hora. ¡A organizarse pues! ¡En nuestras manos termina el papelito!
Somos por un rato representados por un número, distinto de aquel que nos representa de por vida. Por orden de aparición, somos un número. Qué romántico suena ser un nombre en este contexto.
Antes, el almacenero te hacía la cuenta a mano. Producto y precio, anotados con esa hermosa letra, hecha para ser claramente entendida, tan lejana a la del doctor. Hoy, nos llevamos un papel con muchísimos datos que, de no haber algún inconveniente, nunca necesitaremos. Rara vez uno lo mira detenidamente.
Luego, existe quien guarda estos objetos temporariamente importantes, quien los arroja debidamente en tachos y quien, llevando adelante la mala costumbre de arrojarlos a la buena de la gravedad, crea nuevas formas sobre el piso. Es un acto social. No los deja caer en su casa, los tira en el piso de todxs.
Algunas manos solo sueltan el papel y este, dotado naturalmente de cierta superficie sustentadora, dibuja con su corto vuelo alguna figura antes de quedar ahí. Otras manos lo arrugan, haciendo un bollo con él en un solo movimiento para, acto seguido, por lo general, arrojarlo hacia algún costado. El bollo de papel no se deja caer: se arroja. Catapulta con dedo pulgar y medio.
Luego, están las variantes de enrollar y plegar, tanto de forma super ordenada como así nomás.
Hay más datos en estas distintas actitudes a la hora de decidir qué hacer con estos papelitos que los impresos en los mismos. Datos inútiles éstos, hasta que a alguien le llaman la atención. Y ahí queda la escena. Ese paisaje de copos de papel creado en comunidad.
Mimi, la artista que te invita a poner la atención ahí, no solo acentúa la magia cambiando la escala, sino que encara solitaria la larga procesión de dibujar en grandes hojas lo que fue impreso sobre pequeños papelitos.
¿Por qué?
No sé. Ahí ya te dejo solx para que armes tu propio laberinto mental. Solo te digo que la artista, lejos de querer que te quedes con lo que ves, te invita a que uses su trabajo como puerta de entrada a esa otra zona formada por el encuentro entre ella y vos.
Ernesto Ballesteros







